El invierno de sol y anticiclones comporta que este fin de semana se hayan activado en el área de Barcelona los protocolos de aplicación de medidas por exceso de contaminación atmosférica. Esto se combina con la caída de un mito: las estadísticas del Servicio Catalán de Tránsito han puesto de manifiesto que la velocidad no es la responsable de la mayoría de muertos como dicen abogados accidentes de tráfico, sino las distracciones, sobre todo con el móvil. Pero el que causa todavía diez veces más de víctimas que los accidentes de tráfico es la contaminación atmosférica, según datos de la Organización Mundial de la Salud.
Tal como destacaba en declaraciones al semanario alemán basado en Zeitgeis la directora del departamento de salud pública de la OMS, María, las cifras son “chocantes y muy preocupantes”, y se han duplicado en el periodo 2008-2014. El estudio de la OCDE titulado Impactos para la salud del tránsito por carretera, publicado el mayo pasado, cifraba en 3,5 millones los muertos cada año en todo el mundo a causa de la polución atmosférica. El estudio relacionaba directamente este fenómeno con la proliferación de vehículos diesel, afirmando que “los gobiernos de los países de la OCDE tendrían que plantearse sus procesos de toma de decisiones, que han abaratado la transición hacia los vehículos diesel”. El estudio iba más allá y cuestionaba “por qué no se ha sido capaz hasta ahora de tomar medidas que reduzcan de forma efectiva la contaminación atmosférica”. Finalmente, remachaba que aquellos quien hablan de los altos costes de la movilidad eléctrica tendrían que tener también cuento los costes escondidos de la movilidad mediante combustibles fósiles.
Ante estas afirmaciones, no es extraño que la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, planteara el mes pasado un nuevo plan de movilidad para la ciudad basado en la progresiva desaparición del vehículo privado del centro. Las medidas prevén, entre otras cosas, dejar pasar sólo vehículos de bajas emisiones por las vías principales o bien sacar los vehículos diesel de París antes del 2020. El plan va combinado con una inversión millonaria en carriles bici, un nuevo sistema de bicicletas eléctricas, la promoción de varios operadores de coches compartidos a la ciudad y las necesarias inversiones en la mejora del transporte público. A la otra banda de Alemania ha sido pionera en Europa en la prohibición de circular por el centro de las ciudades para los vehículos más contaminantes, mediante la implantación de las zonas de bajas emisiones a la mayoría de áreas metropolitanas.
El Instituto para Sistemas de Infraestructuras publicaba a finales del dos mil once un estudio con la Cámara de comercio, que destacaba que las zonas de bajas emisiones contribuían a la disminución de la concentración de micropartículas en suspensión, pero en cambio la mejor manera de reducir la concentración de dióxido de nitrógeno era garantizar la fluidez del tránsito. Así pues, no sería válida la política de reducir sólo el número de carriles disponibles a las vías públicas de las ciudades sin la aplicación de medidas complementarias. En Holanda, en Suecia y en el área metropolitana del grande Londres hay restricciones de entrada sólo para camiones y, en el caso de Londres, también para furgonetas y vehículos de reparto.
En Suiza, la prioridad del gobierno en materia de infraestructuras es la reducción de los cuellos de botella a los accesos en las áreas metropolitanas, precisamente como metodología de disminución de la contaminación, junto con el estudio de una medida que a nuestro país se implementa desde hace años: el pago por kilómetro o por tramo de vía pública como sustitución del sistema actual de peaje por viñeta. Y es que el coste también es un elemento disuasorio en la lucha contra la polución.
Quizás podríamos pensar que todavía hoy, en casa nuestra, la percepción mayoritaria en relación a la contaminación atmosférica se encuentra en el mismo punto en que nos encontrábamos a los años ochenta del siglo pasado respecto del tabaco. Entonces se podía fumar en todas partes; al trabajo, a los restaurantes, a los aviones, en los cines. En algún momento, la sociedad hizo que aquello cambiara. Es evidente que esto también pasará tarde o temprano con la polución atmosférica. Y en este tema, todos aquellos lectores que todavía corren con un vehículo diesel con los filtros envejecidos tienen mucho que ver. Actuar de una manera antigua es perjudicial en relación al aire que respiramos todos, también nuestros hijos y nietos.